Todas las mujeres estamos sexualizadas ya que vivimos en una sociedad machista que ve a la mujer como objeto de deseo. Si a esto le añadimos ser lesbiana, bisexual y/o trans* esa sexualización aumenta.
Una temática donde esto se ve muy bien reflejado es en el porno. Si miras el historial de búsqueda de las páginas porno, “lesbianas” ocupa las primeras posiciones. Además, la representación que se hace del sexo entre mujeres en estas páginas no refleja la realidad y está hecho por y para hombres. En estos vídeos las mujeres son cisgénero (se identifican con el género que les asignaron al nacer) en su mayoría, con un cuerpo muy normativo y pechos grandes y las prácticas sexuales se reducen a la famosa “tijera” y a la introducción de dildos.
Pero esta imagen tan sexualizada de las mujeres lesbianas y bisexuales no se ve únicamente en el porno, también ocurre en el día a día. Estas chicas tienen que lidiar constantemente con hombres pidiéndoles que se besen para ellos, ofertas para realizar tríos y un largo etcétera de peticiones por parte de hombres para disfrute de ellos.
Aunque no sufran tantas agresiones físicas (que también), estas situaciones pueden llevarles a sentirse muy incómodas e incluso a tener miedo.
En el caso de las mujeres trans* no se las considera mujeres si no están hipersexualizadas. Se les obliga a seguir unos patrones de feminidad hegemónica en los que tienen que tener pechos y culos grandes, rasgos muy feminizados e ir muy maquilladas para que la sociedad las considere “mujeres reales”.
Además, hay una especie de fetiche hacia ellas. Hay páginas para adultos en las que aparecen únicamente mujeres trans*. Una vez más, la mayoría de los consumidores son hombres a los que les atrae una mujer trans*por el hecho de ser trans*.Eso sí, tienen que ser mujeres muy feminizadas y con mucho cispassing, es decir, parecer cisgénero.
He oído muchas veces que, en especial las mujeres lesbianas y bisexuales, están más aceptadas que los hombres gays y que no sufren tantas agresiones. Lo que ocurre es que están más invisibilizadas, al igual que ocurre con las mujeres trans*, y para lo único que se les da visibilidad es para disfrute del hombre. Es decir, son su objeto de deseo.
Natalia Izquierdo, trabajadora social