All you need is love, love is in the air… Estas frases están instauradas y consolidadas en el imaginario colectivo a prueba de fuego. Pero si lanzamos al aire la pregunta “¿qué es el amor?” es probable que nos lleve unos minutos de reflexión contestarla.
Lo primero de todo, es importante tener claros dos conceptos: amor y enamoramiento.
El amor es una experiencia afectiva, un sentimiento de afecto y de inclinación hacia otra persona, animal o cosa. Se trata de una variable difícil de definir ya que es inseparable al contexto social y cultural.
El enamoramiento sería la parte química subyacente, ese cóctel molotov de neurotransmisores que causa estragos en nuestras redes neuronales, que nos mantiene con energía después de haber dormido dos horas, produciéndonos taquicardias y unas ganas irrefrenables de volver a encontrarnos con la persona que nos produce estos efectos. O, dicho de una forma más poética, el enamoramiento sería el responsable de “las mariposas en la tripa” y le damos significado y lo experimentamos en base a los cánones y normas socio-culturales correspondientes. Este fenómeno es más breve y conciso que la experiencia amorosa como tal y suele darse en la fase inicial de la misma.
Como vemos, ambos conceptos son inseparables del contexto social y cultural, así que pasamos a hablar del modelo de amor predominante en nuestra sociedad: el Modelo de Amor Romántico, el cual se sustenta sobre dos pilares que son la heterosexualidad y la monogamia y cuyo objetivo es la procreación.
Este modelo es aprendido y asimilado a través de numerosos relatos y mitos que abundan en la cultura popular. A continuación, vemos unos cuantos (Yela, 2003):
- Mito de la media naranja, que está relacionado con la idea de que existe una persona predestinada para cada unx de nosotrxs y que sólo ella podrá hacernos sentir completxs.
- Mito de la exclusividad, que quiere decir que sólo se puede sentir amor por una única persona.
- Mito de la fidelidad, que conlleva que todos los deseos románticos, eróticos y pasionales deben ser satisfechos por una única persona.
- Mito de la perdurabilidad o la falsa creencia de que la pasión inicial, lo que antes hemos definido como enamoramiento, debe durar para siempre.
- Mito del matrimonio o convivencia, que tiene que ver con la idea de que el amor debe conllevar irremediablemente a convivir y/o a casarse.
- Mito de la onmipotencia o, dicho con otras palabras, la falsa creencia de que “el amor todo lo puede”.
- Mito del libre albedrío o la falsa creencia de que nuestros sentimientos amorosos son íntimos y no se ven influenciados por variables externas y ajenas a nosotrxs que tienen que ver con variables biológicas, sociales y culturales.
- Mito del emparejamiento, mediante el cual se concibe a la pareja como natural y, por tanto, como única estructura aceptable y esperable.
- Mito de los celos, que conlleva el entendimiento de los celos como muestra de amor cuando, en realidad, son un sentimiento ligado a inseguridades de la propia persona.
Todos estos mitos nos condicionan a la hora de construir nuestras relaciones sexo-afectivas y, al formar parte de un sistema patriarcal, nos afectan de forma diferente a hombres y a mujeres, siendo las últimas las más perjudicadas. También se ven perjudicadas en mayor medida las personas no heterosexuales, las que no encajan dentro de los estereotipos de género o las que no encajan dentro del modelo monógamo. En cualquier caso, con este modelo de amor romántico, nos vemos perjudicadas TODAS LAS PERSONAS, ya que contribuye a que nos relacionemos desde la dependencia, el egoísmo, la culpabilidad, la obligación y el castigo.
Es necesario reflexionar acerca de ello si queremos empezar a relacionarnos de una manera más sana, equitativa, responsable, realista y satisfactoria.
Libros recomendados: “La construcción sociocultural del amor romántico”, “Mujeres que ya no sufren por amor” y “Hombres que ya no hacen sufrir por amor” de Coral Herrera.
Alba Alonso, psicóloga y sexóloga