La vida es dinámica, es cíclica, es voluble, es un continuo de experiencias y vivencias que nunca parece frenar, en el que en ocasiones nos encontramos en un punto muy álgido, sin embargo, en otros momentos caemos en las profundidades para resurgir posteriormente como el Ave Fénix.
Hoy quiero dedicar el post a esas “determinadas etapas” en la vida de las personas en las que pasamos por momentos complicados, y además en muchas ocasiones nos da la sensación de que cuando viene el primero, vienen todos seguidos, es como si cayera la primera ficha de dominó y vinieran todas las siguientes de golpe. Parece que todo se oscurece y que cuando salimos a la calle todos los semáforos se ponen en rojo. En estos momentos no nos brotan emociones positivas, ni nos apetece estar “SUPER FELICES”. Además, es muy probable que tu círculo más cercano, de familia y amigos, te pueda intentar subir la moral diciéndote que veas la botella medio llena, que te animes, pero realmente todo esto te está sirviendo de poco. Son esas etapas en las que nos encontramos mal y punto, y además incluso podemos llegar a sentirnos culpables por ello. Tendríamos que reivindicar nuestro derecho para atravesar malos momentos, porque son necesarios, porque tienen un motivo y porque quizás tengamos una imagen de la felicidad bastante idealizada.
Es necesario que reflexionemos, que nos cuestionemos, que entendamos que no somos lineales y que atendemos a un montón de condicionantes ambientales y sociales que también van a formar parte de nuestro “role playing”. Necesitamos aprender a base de error, porque supone un aprendizaje posterior y además nos va a dotar de un prisma más amplio de conocimiento.
El término felicidad es subjetivo para cada persona, pero considero que es un error pensar que la felicidad es una vida sin dolor y momentos de crisis o sufrimiento. Considero que el hecho de atravesar situaciones conflictivas forma parte de nuestro viaje y que también debemos reconocer las ventajas que aportan estas etapas, tales como; sabiduría, empatía, conocimiento, resistencia, resiliencia, etc.
Cuando nos encontramos en el momento álgido, estamos en la otra cara de la moneda, afirmamos que la vida nos sonríe, nos sentimos fuertes e incluso podemos caer en la soberbia, sin embargo, cuando llega un contratiempo o un determinado fracaso nuestras seguridades empiezan a flaquear y nos obligan a cuestionarnos e indagar sobre determinadas problemáticas.
Creo que también tenemos que esforzarnos por modificar nuestra tendencia a identificar ante los diferentes estímulos que nos encontramos solo lo negativo, y para ello quiero poner un ejemplo:
Si yo me estoy mirando frente al espejo y me digo a mí mismx “que guapx soy, que bien me va a ir el día, hoy voy a dar todo lo mejor de mí” en vez de resaltar siempre todas las cosas que no me gustan de mí (granos, ojeras, debilidad, apatía, lo mal que hago las cosas), probablemente salga de casa con otra energía con otra actitud, incluso puede que pise el suelo con más fuerza, con más seguridad.
Con esto me refiero a mimarnos más, dejarnos de dar con el látigo, porque al final si no nos queremos a nosotrxs mismxs ¿Que vamos a proyectar en los demás?
No podemos olvidar que nuestro diálogo interno con nosotrxs y para nosotrxs va a condicionar nuestra conducta y nuestra sensibilidad.
Si yo estoy en un atasco parada media hora en la M30 de Madrid, es cierto que es desagradable, es cierto que es molesto. Pero ¿Cómo gestiono internamente ese atasco?, y aquí está la cuestión, que sólo depende de nosotrxs mismxs, sólo y tan sólo nostrxs tenemos el poder de permitirnos soltar esa pequeña tensión producida por el atasco o llevárnoslas a cuestas al trabajo, con los amigos, etc.
Y aquí también me gustaría recalcar la necesidad de no tener que pasar algo realmente desagradable en nuestras vidas para evitar esta tendencia a llevar cualquier cosa desagradable al extremo. Tal y como decía el libro El Secreto, existe la famosa ley de la atracción y es que si nos esforzamos en repetir mensajes positivos y llegamos a visualizar nuestras metas y objetivos en la mente al final lo proyectaremos en nuestra conducta, de la misma forma si solo nos repetimos lo negativo y lo mal que hacemos las cosas ¿Qué pensáis que ocurrirá?…
Por otro lado, como he mencionado antes, nos debemos permitir transitar por esas crisis existenciales y contratiempos que nos vayan surgiendo, pero sin tampoco estancarnos o quedarnos en la cueva eternamente, y para ello es interesante realizar una rutina saludable que nos saque de la apatía y que nos mantenga la mente entretenida, acercarnos a líderes resonantes que son esxs amigxs que tienen la capacidad de sacarnos en los peores momentos una sonrisa, hacer actividades agradables que nos puedan dar un “chute de energía” y hacer deporte para segregar mucha serotonina. Tal y como afirma Cesar Piqueras “No es la carga lo que te hunde, sino como la transportas”.
Y como siempre digo, si vemos que el malestar se mantiene y perdura en el tiempo podemos acercarnos a un profesional que nos dote de herramientas individualizadas para salir de la oscuridad del túnel y por fin ver la luz y brillar como seres únicos e irrepetibles que somos.
Paula Saiz, psicóloga