Cuando vivía fuera de España no me importaba ser y decir que era seropositiva. Me movía con gusto en el mundo del activismo y el VIH, de hecho. Participaba en conferencias, asistía a encuentros, daba charlas… Pero en la madre patria era diferente. Seleccionaba la gente a la que se lo decía. Que no se entere éste o aquél, ¡porque no quiero que lo sepa mi Santa Madre! Y es que me daba pánico pensar en cómo se iba a sentir la pobre, si se iba a preocupar demasiado sobre mi salud, el qué dirán, si iba a sentir el «la culpa es mía por no estar más encima», etc.
Pues después de 7 años, al fin se lo he dicho. Bueno, la verdad es que se lo ha dicho mi adorada tía, yo, cobarde, esperaba en la distancia los resultados… Como cuando el Depor se jugaba la liga con un último penalti y no te podías quedar mirando la tele y tenías que salir de casa y esperar a que te lo contaran (no marcó). Y, tal como temía, mi madre querida se ha llevado un disgusto grandísimo. No con el Depor, que también se lo llevó, como casi toda Galicia, sino con lo de que su hija pequeña ya no sea pequeña sino seropositiva. No la culpo. El VIH todavía es sinónimo de estigma y vergüenza. No es una enfermedad bien vista, por mucho que nos digan lo contrario. No es algo de lo que una madre hablaría con normalidad con la gente del trabajo:
– No sabes qué, mi hija, que tiene la tiroides tocada y va a tener que tomar una pastilla todos los días hasta que se muera para que se le regule la tiroides o algo así.
– No me digas, qué casualidad, mi hija tiene VIH y recién ha empezado el tratamiento, le va muy bien, también sólo tiene que tomar una pastillita todos los días hasta que se muera. Pero eso está muy bien, porque así tiene la carga viral indetectable, o sea, que es como si el virus no estuviera en su sangre, no puede transmitirlo, ¿sabes lo que te digo?
– …
No, yo tampoco me lo imagino. Porque aunque en muchos lugares del mundo sea simplemente una infección que tiene tratamiento y que ya no es causa de mortalidad directa, en el subconsciente popular todavía la gente se muere de SIDA tipo Tom Hanks en Philadelphia. ¡Pero que no panda el cúnico!, porque esto está cambiando a pasos agigantados. Al ritmo del Chapulín Colorado, cada vez más gente revela públicamente y sin tapujos su status VIH+, lo que ayuda a que la enfermedad se normalice. Cada vez más hombres y mujeres salen del armario y se muestran felices y fuertes, casadas y sin hijos, solteros y con hijas… ¡Siendo abuelos! Esto me lo preguntó mi madre y me rompió el corazón, ¿pero tú conoces a alguien con VIH que sea abuelo? Si mamá, abuelos y abuelas.
Pero la reacción de mi madre no es aislada, parece ser que las madres en general no lo llevan muy bien al principio. Y por qué, digo yo, ¿no es lo mismo contárselo a un amigo que a tu madre? ¿Por qué si es una enfermedad crónica de la que ya no se muere nadie, palabras comunes que suelen decir los médicos de enfermedades infecciosas, da tanto coraje que la tenga tu hija? Mi teoría es porque el estigma es aún tan grande como la vergüenza y el sentimiento de culpa, y por encima los medios y la lingüística todavía nos castigan. ¡Tía que asco, no bebas de ese vaso que puedes pillar el sida! (eso lo escuché literal en una discoteca de Granada). Y claro, para una madre, que quiere lo mejor para su hijo, eso duele, y mucho.
En mi caso he saltado a la piscina y se lo he dicho a mi madre porque lo necesitaba, pero para hacerlo he necesitado empujoncitos. Gracias a gente como Miguel Caballero, sevillano valiente y echado-palante o Silvia Petretti, guerrera italiana muy bien plantada, gente equilibrada y a gusto con su status. Y claro, gracias a Organizaciones como Imagina Más en Madrid o George House Trust en Manchester… Y, sobre todo, gracias a mi hermana, no le puedo poner un link a mi hermana que me mata ;). Digo esto porque hay que recordar que a todas nos hace falta apoyo de vez en cuando, y porque las organizaciones profesionales de apoyo a gente con VIH son muy pero que muy necesarias (no me corten las subvenciones por favoooor).
Y para acabar, unos consejillos para todas las madres seronegativas de seropositivos (y aquí tienen cabida las madres biólogicas y las adoptivas, las hermanas mayores que fueron madre en funciones, los padres que son madres… En fin, todo aquel que quiere a alguien como si lo hubiera llevado en el vientre y parido):
- No te preocupes. Tu hijo se va a morir cuando le toque, pero NO de SIDA, de hecho va a estar médicamente más controlado que la mayoría de la población.
- No tienes que tener vergüenza de nada. Nadie ha hecho nada malo ni nadie está recibiendo un castigo por nada. Las cosas pasan porque tenían que pasar. Y punto.
- Si te apetece hablarlo con alguien, ¡adelante! ¡Desahógate!
- No te sientas culpable, nadie te va a juzgar. Pero si lo hacen, no desesperes, hoy en día lo que sobra es gente. No todo iba a ser malo con lo de la sobrepoblación del planeta.
- Eso sí, tu hija necesita de ti mucho amor, el mismo que antes, porque realmente, nada ha cambiado, y al fin al cabo all you need is love. (Qué grupazo los Beatles).
A las madres, gracias. Y ánimo, que todo pasa.
Y a los que leísteis, gracias también, me encantaría saber qué pensáis y saber si tenéis alguna historia que compartir sobre este tema…