Un día cualquiera, en una ciudad cualquiera, de un país cualquiera, nació una niña preciosa, sus maravillosos ojos lo miraban todo con curiosidad.
Cuando empezó a caminar por la ciudad le dijeron que para ser guapa había que llevar vestidos bonitos. Y dejo de sentirse guapa si no llevaba un lindo vestido… Y le dijeron que si cambiaba el color de su piel sería más guapa y le enseñaron a maquillarse. Y dejo de sentirse guapa si no iba maquillada. Le dijeron que para ser guapa tenía que ser más alta y se puso… y sufrió sus primeros tacones. Y se sentía bajita y enana si no llevaba tacones. Le dijeron que para ser guapa tenía que ser delgada. Ya nunca pudo comer lo que le gustaba sin sentirse culpable.
Y le dijeron… que su pelo… y le dijeron… que su cintura… y le dijeron… que su pecho. Hasta que aquella niña se sentía tan fea, que todos los días necesitaba hacer grandes sacrificios para sentirse un poco más guapa. Termino por estropearse la piel maquillándose a diario, destrozarse los pies, al llevar tacones muchas horas… desnutrirse, al mantenerse extremadamente delgada.
Le habían enseñado a no quererse como era, a necesitar cientos de añadidos ortopédicos para ser digna de los demás… hasta que empezó a temer que los demás descubrieran como era ella en realidad… Y sintiéndose fea se enamoro de un chico que la trataba como si ella no fuera digna de él…. y a ella… ¡le pareció normal!
Y sintiéndose así…. fea… sin aceptarse a sí misma… permitió que la maltrataran.
No olvides nunca… que la verdadera belleza es una actitud. Y que eres increíblemente preciosa… cuando eres autentica.
Este cuento está escrito por Diego Jiménez