Nos encontramos en una situación excepcional, que genera incertidumbre y a la que nunca nos hemos enfrentado. Esto también implica que, a la vez que la mayoría de los países del mundo se encuentran en una situación desconocida, las personas individualmente vivamos estados emocionales cambiantes, intensos e incluso en ocasiones desconocidos. Se habla de aprovechar el tiempo, realizar actividades, de descubrir nuevas facetas propias etc. pero esto no significa que durante todo el tiempo que dure el confinamiento y mientras cumplamos con las pautas recomendadas no vayamos a sentir estrés o incluso ansiedad o que podamos evitar el experienciar intensamente emociones como el miedo, la tristeza o el enfado. El vivenciar estas emociones consideradas como más “negativas” probablemente vayan a ir acompañándonos a lo largo del confinamiento, ya que somos seres emocionales que nos situamos actualmente en un contexto con un gran impacto emocional. Y el reprimirlas o negarlas mediante expresiones de una “felicidad ilusoria” que socialmente están bien vistas no implicará que desaparezcan, continuarán ahí. Por ello, sí que podemos intentar tomar conciencia, asimilar que ante este presente tan incierto podemos estar sintiendo miedo y es natural, al igual que habrá días que nos levantemos con un mayor sentimiento de tristeza, lo que también es natural.
Dentro de las emociones que vivenciemos también estará en enfado. En caso de encontrarte conviviendo con más personas, ya sea tu familia, amistades o pareja, puede que haya discusiones e incluso con mayor frecuencia debido al confinamiento. El enfado va a estar presente durante estas semanas, y durante toda nuestra vida, en ocasiones será más intenso o tendrá una mayor frecuencia y eso será en función del carácter y el ambiente del hogar en el que nos encontremos. Por ello, habrá que darle un espacio y una vez más, trasladar a la conciencia que en ocasiones estaremos actuando desde esta emoción. A su vez, darle un espacio también puede implicar el poder compartir cómo nos sentimos y permitirnos aceptar que no siempre podemos estar bien y más aún durante estos días tan complicados. La dificultad en identificar el enfado, así como sus causas puede obstaculizar la toma de conciencia de la misma y esta emoción junto con otros factores, como puede ser el machismo, puede llevarnos a vivir situaciones de violencia.
Con todo ello, podemos cuestionar esa “superficialidad” social y psicológica y conocernos, así como conocer a las personas con las que convivimos. Lo que significa que cuando nos pregunten cómo estamos, no siempre responderemos que estamos bien.
* Somos conscientes de que en muchos hogares se pueden estar viviendo situaciones de una violencia extrema, al igual que el resto del año, y que se potencie debido al confinamiento. Para ello, el ministerio de igualdad ha facilitado la siguiente página web con recursos para mujeres que sufran violencia de género (pulsa aquí para ir a la web)
Miren Zuazua, psicóloga