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Salir del armario: una cuestión de militancia

Sobre qué significa salir del armario o estar fuera de él han corrido ríos de tinta. Es un tema que da para mucho, una reflexión con inacabables ramificaciones. Trepar por una de esas ramas es llegar a entender tu armario como un lugar político en el sentido estricto de la palabra, es decir, tu armario como algo que estructura tu convivencia en sociedad y, por tanto, tu imagen pública.

Salir del armario es un momento puntual –o constelación de momentos puntuales a lo largo de toda una existencia- pero estar fuera del armario es un proceso que no acaba nunca, una construcción constante de lo que en psicología llamamos el sí mismo. De hecho, nuestra convivencia en sociedad demanda comunicar de manera continuada la persona que somos y nuestra manera de vivir, y eso incluye manifestar (o no) quién nos gusta.

Por tanto, salir del armario o estar fuera de él es una cuestión literalmente política: consiste en dar la cara como persona no heterosexual y por eso dar la cara como persona no heterosexual es militancia ciudadana. Desde la sencillez, lo implícito, lo explícito, la espontaneidad y la diversidad: dar la cara es tomar posición frente a los otros y tomar posición es una forma de militancia, de hacer política contigo mismo/a.

De este modo, la gestión del armario propio y ajeno dice mucho de una persona y por eso es una tarjeta de presentación en toda regla. Además, es un posicionamiento político que nace de una construcción psicológica: una vez aceptada la idea que tengo de mí mismo/a –una idea que conecta de manera coherente mis sentimientos, mis deseos y mis conductas- presento esa idea al mundo y la defiendo asertivamente. Vamos, que primero salgo del armario conmigo mismo y luego, con el público asistente.

Muy resumidamente, decimos que la aceptación es un proceso psicológico porque, conductas aparte, se refiere a los afectos y las creencias, es algo interno, sucede dentro de las tripas de la persona. La presentación al mundo de ese autoconcepto aceptado es, por otra parte, un proceso psicosocial, comunicativo, externo y visible. Todo ello conforma nuestro volumen político, de convivencia, de relación con otros seres humanos, de reivindicación de derechos y satisfacción de necesidades, en el momento histórico que nos toca vivir.

Como ya habrás advertido, cuando decimos políticonos referimos a la convivencia pública y comunicativa, a la participación en nuestro entramado de relaciones con otros seres humanos, no a ser concejal de tu pueblo o tener el carnet de un partido. Por eso, aunque no te lo hayas planteado nunca de esta manera, dar la cara en Grindr es un acto político -igual que lo es el no darla-; también el asistir a las celebraciones del Orgullo o el mostrarse afecto en público, sobre todo, pero no solo, cuando ese afecto desborda la norma o, incluso, se le opone.

Por complicar un poco más la cosa, es importante tener en cuenta que nuestro posicionamiento político como personas no heterosexuales puede seguir una línea más o menos coherente, o no. Por ejemplo, desde mi punto de vista, hacerse un selfieen la celebración del Orgullo junto a tus amigos y publicarlo en tus redes sociales pero luego no poner tu cara en el perfil que te haces en una app para ligar con otros gais como tú (¡) es un posicionamiento político incoherente como homosexual. ¿Verdad que no tiene sentido que te desgañites en una manifestación contra el cambio climático pero que luego seas incapaz de llevarte tu propia bolsa a la frutería y decirle al frutero que te lo ponga todo suelto dentro, sin una docena de envoltorios de plástico? Pues con tu no heterosexualidad sucede lo mismo.

El problema es que mucha gente confunde la incoherencia con la flexibilidad. Flexibilidad es cuando un día, de manera excepcional, decides pasar por la frutería sin subir antes a casa y, como en esa ocasión no llevas tu propia bolsa, te tragas tu orgullo ecologista y escoges, sin que sirva de precedente, transigir con un poco de plástico. Lo haces porque estás cansado o vas con el tiempo justo y, al fin y al cabo, normalmente ya lo haces de la otra manera. Eso es ser flexible: adaptarte a las circunstancias cambiantes del día a día. Incoherencia es volverte loca en el Orgullo porque el Orgullo es genial y todos somos súper maricas y estamos encantados de conocernos y desplumarnos pero luego no poner tu cara en una aplicación en la que todos los que te rodean son homosexuales como tú (¡). Y esto es solo un ejemplo. Como ya estarás sospechando, la flexibilidad es un valor mientras que la incoherencia es un vicio… también en política, también en tu posicionamiento público como persona no heterosexual, también en tu proceso interno de aceptación.

En definitiva, aplicaciones aparte, lo importante es ser conscientes de que nuestros actos y las conclusiones vitales que los justifican no siempre son del todo inocentes porque, además, retroalimentan las “narrativas sociales” en que nos movemos (conclusiones compartidas por mucha gente, para entendernos). Ser quien tú eres, en lo público y en lo privado, es una tarea constante que está sometida a muchos vaivenes y volantazos. Lo importante, en mi opinión, es seguir una cierta línea que nos haga vivir con una razonable autenticidad, no con una sensación de división, de excesiva desconexión entre nuestro mundo interno y nuestra vida externa. Y mientras tanto, vivir y compartirnos cada cual como podamos.

2 comentarios en “Salir del armario: una cuestión de militancia”

  1. Me encanta, Rafa… Y comparto tus opiniones en su mayoría. No la puntualizado de que la incoherencia es un «vicio», pero no hay porqué estar de acuerdo en todo!
    En cualquier caso, un artículo lleno de sentido y de valores…

    1. Rafael San Román

      Muchas gracias por tu comentario, Joaquín. Evidentemente, no podemos coincidir con todo y a veces, por no hacer muy extensos los artículos, se quedan fuera algunos matices. ¡Un saludo!

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