Durante los últimos días están apareciendo en redes sociales y medios de comunicación nacionales declaraciones públicas que cuestionan las medidas sanitarias llevadas a cabo para atajar la pandemia de SRAS-CoV-2 (el virus que provoca la COVID-19) utilizando como argumento que dichas medidas no se tomaron en el momento en que se produjo la epidemia de SIDA y, por tanto, serían innecesarias.
Dichas declaraciones demuestran una desinformación notoria –cuando no un desentendimiento deliberado- sobre cómo funciona el VIH actualmente, cómo su expansión se descontroló hace cuarenta años dando lugar a una epidemia que sigue existiendo hoy en día y sobre cómo funciona, hasta donde sabemos, el virus que provoca la COVID-19.
Desconocemos los intereses últimos que pueden existir detrás de la comparación reiterada de la gestión del VIH (pasada y presente) con la gestión de la COVID-19. No obstante, censuramos enérgicamente la utilización confusa y distorsionada de información sobre una infección (la que provoca el VIH) que nada tiene que ver con la que ha provocado la actual emergencia sanitaria bajo el pretexto de la libertad de expresión o el anhelo de recuperar a cualquier precio el estilo de vida anterior a dicha emergencia.
Como no puede ser de otra manera, respetamos la crítica a las medidas adoptadas en nuestro país por parte de las autoridades sanitarias para afrontar la epidemia de COVID-19 por incluirse dentro del ejercicio de la libertad de expresión. Sin embargo, no podemos aceptar que bajo el pretexto de la libertad de expresión se desinforme, se distorsione y se haga un paralelismo espúreo entre la crisis sanitaria concerniente al VIH y la crisis sanitaria provocada por el SRAS-CoV-2.
Además, queremos subrayar que junto al derecho a la crítica está la obligación de cumplir las recomendaciones sanitarias, ya que la falta de responsabilidad de una persona puede dañar seriamente la salud de todas las demás.
Por último, y siempre con el objetivo de ser útiles a la sociedad, queremos destacar los siguientes puntos deseando que sirvan para clarificar en lugar de confundir, para construir en lugar de destruir y para entender en lugar malinterpretar:
-La epidemia del sida, causada por el VIH, empezó alrededor de 1980. Hoy en día sigue siendo una epidemia que afecta a casi 40 millones de personas en todo el mundo.
-Gracias al tratamiento antirretroviral, las personas que acceden a él tienen una calidad y esperanza de vida asimilables a las de las personas seronegativas.
-El VIH se transmite de una persona a otra a través de relaciones sexuales desprotegidas, compartir jeringuillas, lactancia y parto. Es necesario un contacto intenso entre tejidos o entre mucosas. No se transmite a través de la saliva, ni por vía aérea. No es necesario mantener distancias especiales entre personas ni evitar tocarlas o tocar superficies que hayan tocado o sobre las que hayan respirado.
-Gracias a que conocemos cómo se transmite el VIH y cómo se previene sabemos que no es necesario emplear ninguna de las medidas preventivas que sí han demostrado ser imprescindibles para prevenir la infección por SRAS-CoV-2. Por eso podemos convivir con el VIH de la manera más responsable que cada cual considera sin que esto afecte significativamente a nuestro estilo de vida básico.
-El SRAS-CoV-2 es un virus desconocido (como lo fue el VIH en sus comienzos). Sin embargo, se sabe que se transmite de manera muy fácil a través del contacto interpersonal, lo que hace imprescindible el distanciamiento físico de otras personas y medidas de higiene especiales. Ambas medidas son completamente ajenas a la prevención del VIH.
-Actualmente se desconoce la inmunidad adquirida tras haber pasado la COVID-19. No existe una vacuna contra este virus y tampoco existe un tratamiento. Solo existen medidas de prevención, como la higiene regular de manos y superficies y, por supuesto, el distanciamiento físico. Es evidente que tendremos que convivir con él si queremos que la vida siga, pero no podremos hacerlo de manera responsable si afrontamos el SRAS-CoV-2 como hacemos con otros virus que nada tienen que ver con él.
-Ni en tiempos de emergencia ni en tiempos de normalidad los derechos son todos igual de importantes: en caso de conflicto, unos prevalecen sobre otros. Tal es el caso del derecho a la salud.
Rafael San Román, psicólogo
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