7 enero 2016
Hoy me he levantado agotado y nervioso, anoche tuve pesadillas. En realidad son sueños muy vívidos, en los que aparecía mi exjefa de nuevo, y mi ex.
Faltan cinco días para el juicio. Retomar el tema en profundidad me tiene alterado, releer los whatsapps, recopilar información. (He localizado su teléfono, nombre y apellidos en una página abierta de Facebook). Por fin puedo demostrar que el teléfono es suyo, y más pruebas.
Le pedí a Dani que llevara un diario de los últimos días antes de su juicio, y aceptó (todo lo que está en cursiva en este post). Era el fin de un proceso que se inició el 14 de mayo del año pasado, cuando fue despedido por ser seropositivo del bar de Chueca donde trabajaba . “Mañana hablaré con la gestoría y le comunicaré tu baja. Me parece un golpe bajo por tu parte.” Así le comunicó su jefa por whatsapp que ya no trabajaba más allí. Para este post quería contar su historia desde la intimidad, desde lo que él pensaba en las últimas cinco noches antes del juicio que lo ha hecho visible como seropositivo ante toda España y Latinoamérica.
Dani en el Mokäi, cuando aún trabaja allí
El pensar que el día 11 me tengo que volver a encontrar cara a cara con ella me está provocando una ansiedad que ni la Lyrica ni los ejercicios de relajación controlan.
Llevo todo el día agotado, la ansiedad me cansa, pero aunque estoy cansado el Eviplera me da insomnio, y aquí estoy a las cuatro de la mañana escribiendo esto.
¿Somos enfermxs lxs seropositivxs? ¿Somos incapaces para realizar ciertos trabajos? ¿Somos peligrosxs? Sin duda tenemos una condición médica que tratar, así como cuidar al máximo a lxs que están en nuestro entorno. Pero eso no nos invalida para casi ningún trabajo. No hay una ley específica que impida que lxs seropositivos sean camareros, ni razón para que la haya. Lxs seropositivxs en tratamiento e indetectables tienen casi nula capacidad de transmitir el virus. Jamás se registró un caso de transmisión a partir de una persona indetectable. Esto se suma al hecho de que el VIH no se contagia, sino que se transmite: no vive fuera del cuerpo.
8 enero de 2015
He tenido la cita con la abogada, y aunque he ido tranquilo porque confío en ella, es inevitable estar nervioso, cada vez más. Sólo el pensar en volver a presentarme cara a cara con mi exjefa hace que la ansiedad me controle, está haciendo que fume más.
Hay personas que se ponen en contacto conmigo por Facebook, me hacen preguntas y les intento ayudar en lo que puedo, ya no sólo por el diagnóstico, sino por cómo llevarlo día a día, y sobre todo lo emocional, les hablo desde el corazón, pero mis pensamientos también hablan y me cargo de emociones enfrentadas.
Dani no puede decir el nombre del local del que lo despidieron, pero yo sí, es el Mokäi. No tenía ni idea de lo que significaba Mokäi. En internet me entero de que es un cocktail danés con base de sidra. Para hacerlo más cool, en el local han pasado la diéresis de la “i” del original (Mokaï) a la “a”. Ahora el nombre tiene tres puntitos. Se llama “Mokäi. Life & Cocktails” y se presenta como un lounge, que también es algo muy moderno: música relajante, copas y tapas para después del trabajo. Con un detalle: el Mokäi está en una de las plazas más icónicas del mundo lgtb madrileño, la Plaza Pedro Zerolo (antes Vázquez de Mella).
9 enero de 2015
Hoy estoy un poco más tranquilo, he asimilado la calma de mi abogada, y me tranquiliza, pero los nervios son difíciles de calmar.
El bajón moral que he tenido ha sido muy fuerte. Se me pasaban pensamientos de no valer para nada, de no saber si mi lucha estaba sirviendo de algo, en conclusión me siento una mierda.
Cuando salió la noticia, a Dani lo llamaron victimista por algunos canales. Otros se pusieron de parte del establecimiento por supuestamente proteger a sus clientes; otros dijeron que jamás comerían en un restaurante donde hubiera unx seropositivx trabajando. Mala suerte, amigx, porque muy probablemente ya ha cocinado para ti unx cocinerx seropositivx. Ni la ciencia, ni la ley dicen que haya algún riesgo en el caso de seropositivxs indetectables como Dani. En nuestra época, opinar es gratis, fácil y rápido; y esto es estupendo, porque la opinión se ha democratizado. No obstante, informarse seriamente antes de opinar sigue costando mucho esfuerzo, y no lo hacemos.
«VIHsibles contra la discriminación» Dani, junto a su madre en el Orgullo, con la pancarta de Cesida.
10 enero de 2015
Hoy los pensamientos son muy distintos, hoy sería el cumpleaños de mi abuelo, así que toda la familia hemos encendido una vela por él, que se ha tirado todo el día encendida.
Él siempre fue un pilar en esta lucha, y me hizo prometerle que tendría una victoria. Mañana, si gano, mi lucha irá por él.
Dani es madrileño, de Parla. Tiene 27 años, tres menos que yo. Imagino que su relación con Chueca es similar a la mía. Yo llegué de Sevilla a Madrid con 18, para estudiar. Chueca era un sueño, un lugar surrealista en el que los gays se besaban por la calle, las lesbianas bailaban desinhibidas. En 2003, cuando llegué, España se encontraba en un momento de explosión lgtb; poco después llegaría la ley del matrimonio homosexual, y nos haríamos más que nunca referencia en el mundo. Quizás porque yo era un niño de pueblo recién llegado a la gran ciudad, aún me daba vergüenza decir que me movía por allí. Tanto que me bajaba en la parada de metro siguiente para que no me vieran salir por Chueca. En 2007, con 21 años, conocí al que hoy es mi marido en el Long Play, discoteca que estaba enfrente de lo que hoy es el Mokäi.
Estoy sin moverme del sofá, metiendo mi cabeza en otro lado, jugando al Zelda para viajar mentalmente a una vida virtual, algo que me encantaría, luchar por cambiar el mundo y rescatar a la princesa, en mi caso al príncipe.
Me gusta evadirme con este juego porque me gustaría ser como el héroe, valiente.
Me voy a dormir a las cuatro de la mañana porque los nervios no me dejan dormir, tengo miedo de mañana.
Una de las muchas noches de insomnio
Lxs seropositivxs somos de todas las clases sociales, sexo, raza, profesión. Dani no representa a nadie que no sea a sí mismo, y, sin embargo, nos ha abierto camino a todxs. No sólo se ha atrevido a llevar el caso ante la justicia, lo ha hecho desde la visibilidad, algo a lo que no está dispuesta a arriesgarse la inmensa mayoría de seropositivxs de este país. Superar la vergüenza, someterse al escrutinio público, implacable, para dar voz a una discriminación que nos puede ocurrir a cualquiera, para crear un precedente legal que nos pueda amparar a los demás más adelante. ¿Qué estamos haciendo nodotrxs con nuestro entorno para acabar de una vez con las catacumbas a las que nos hemos auto-exiliado?
11 enero 2015
Hoy ha sido el gran día, me he levantado muy nervioso, he dormido tres horas teniendo pesadillas sobre el juicio, he visto cómo ganaba y cómo perdía, un estrés.
Al principio no aparecía la empresa y mis nervios empezaban, pero por lo menos estaban controlados. Mis pensamientos cuando los vi aparecer fueron como una guerra en la cabeza, empezaron a explotar con ideas negativas y muy dolorosas.
Yo a veces dudo, y pienso que, bueno, quizás Rebeca, la exjefa de Dani, sólo se equivocó. Intentó hacerlo bien por sus clientes y le pudieron las formas. Despidiendo a uno pensaba que protegía a muchos. No estaba informada, puede que su error fuera no pedir consejo a quienes saben del tema. ¿Por qué decir el nombre del lounge, entonces? ¿Por qué cebarse con ellos?
Cuando me propusieron el reconocimiento… BOOM, un nuevo sentimiento. La alegría y la esperanza aparecían, dándome una dosis de adrenalina, empezaba a calmar mis nervios, que hacían que pareciera un chihuahua temblando.
Pero la sensación era rara, había ganado, pero me sentía que había fallado.
Mi madre e Iván me hicieron verlo diferente, me di cuenta que era más favorable el hecho de que la propia empresa lo reconociera a que fueran obligados por un juez.
He ganado, los temblores son de alegría nerviosa, de un beneficio y tranquilidad, volvía a confiar en mí.
Por fin dormiré un poco más tranquilo aunque esta lucha sólo acaba de empezar.
Para lxs que no conocen Madrid: ésta es la Plaza Pedro Zerolo, donde está el Mokäi, a un paso de este lazo rojo gigante que recuerda a lxs afectadxs por el VIH. Enlazadxs, el equipo de Imagina Más.
Unx puede equivocarse, y actuar mal por ignorancia, por falta de referencias, por impulso. Pero Mokäi ha tenido ocho meses para informarse bien y rectificar. No lo ha hecho. Además, está en el corazón de Chueca, al lado de un lazo rojo del tamaño de una entrada subterránea de parking (literalmente, está encima de una entrada subterránea de parking). Antes de que Chueca fuera el barrio de moda donde querían abrir todos los lounges con los mejores cockatils de la ciudad, Chueca fue –y es– un lugar de lucha, donde lesbianas, gays, bisexuales, transexuales y seropositivxs se dejaron la piel para que nosotros disfrutáramos de los derechos civiles que tenemos hoy.
Con su pelea, Dani nos ha recordado que antes que un barrio de ocio, que también, Chueca es un barrio de lucha. Si los locales quieren enriquecerse a base del prestigio que el barrio tiene, deben estar a la altura de esa lucha. En cualquier lugar de España o del mundo, la ignorancia no puede ser excusa para la discriminación; mucho menos la discriminación serófoba en el corazón de Chueca. Unx puede equivocarse, pero ese error ocurrió el 14 de mayo del año pasado, y a día de hoy, el Mokäi sigue sin pronunciarse públicamente, sin pedir disculpas, sin explicarse, sin involucrarse en la lucha contra la serofobia que celebra el lazo de la plaza donde está el bar. Lo tienen delante de sus narices, señorxs, la desinformación no es excusa. Dani ha renunciado al dinero de la indemnización que le correspondía; Mokäi sigue siendo una vergüenza de discriminación y serofobia en el barrio que nos enseñó a todxs a estar orgullosxs de ser diferentes.
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Éste es un post de ASS- (Amor, Sexo y Serología) escrito por Miguel Caballero para Imagina Más.